En torno a la cuestión catalana y unas posibles elecciones.
La cuestión catalana es una farsa, una pantomima y un ejemplo de cuál es nuestro verdadero estado de consciencia (egoico, mítico y de pertenencia) y eso explica las diferencias, las exclusiones, las identidades y la ausencia de libertad, de autonomía y de valor para adquirirlas.
Que hay que hacer algo, pues claro, yo al comienzo dudaba de si celebrar elecciones o no, pero, por cansinos, casi que decía que sí (aunque mis razones me decían que no. Si tiene que decidir alguien es el pueblo español en su conjunto) y a ver si las ganaban y se iban a hacer puñetas, pero ahora mismo no admito elección alguna que valga. Y no estoy al tanto de lo que ha ido pasando y de la violencia que se ha ido generando, ya sabéis estoy en una burbuja informativa, pero me lo imagino. Creo, sin tener hechos contrastados, que es una masa informe, sin criterio propio, asilvestrada y sin consciencia, esclava, manejada y hasta ridícula, si no patética. Sin personalidad ni juicio. En fin, siguiendo a Ortega, la masa no tiene un yo, no tiene libertad, no tiene consciencia, es inconsciente embrutecido y con cerebro reptiliano, predominantemente. Y, siguiendo a Gustavo Bueno, pues, lo dicho, la democracia no existe, es una mera palabra, el poder del pueblo es imposible, para empezar porque no hay una cosa así como el pueblo. ‘Nosotros el pueblo...’, eso es un invento y un desliz lógico. No se puede aplicar un nombre concreto a una totalidad. El pueblo es una mera palabra. Se inventó la noción de pueblo para justificar la gobernabilidad de los ricos. En fin, eso es el nacimiento de la democracia (Tocqueville) en América y del liberalismo individualista, egoista y depredador que conlleva y que hemos heredado. Así que lo que veo es una situación ridícula que produce mucho sufrimiento en unos y otros. Pero el sufrimiento procede, como bien sabían Sócrates y Buda, de la ignorancia.
Es una cuestión no ya filosófica, ni metafísica, como diría Gustavo Bueno, es mucho más prosaico, es una cuestión meramente psicológica. Nuestra psique, nuestra consciencia, no ha evolucionado para alcanzar el estado de racionalidad y, mucho menos, el de libertad. Lo que pasa es que personas, a título individual, sí lo han hecho y han transmitido esas ideas al pueblo y el poder las ha sabido utilizar. El pueblo no decide lo que quiere, el pueblo (que no existe, el conjunto de personas-vasallos) se les ha hecho desear lo que deciden.