La asociación TDAH Tierra de Barros demanda un sistema educativo que se adapte mejor a este trastorno
Por TDAH se conoce “un trastorno que se manifiesta en el cerebro debido a que hay una deficiencia en la segregación de ciertos neurotransmisores (dopamina y noradrenalina) que hacen que la conexión neuronal no sea la idónea”. Un niño así diagnosticado puede presentar rasgos hiperactivos, impulsivos o combinándolos ambos. Asimismo, remarcan que no todos los síntomas son iguales y que pueden darse en diferentes grados. En su página web recogen que los niños afectados por este trastorno tienden a “no poder permanecer sentados en circunstancias que lo requieren, corren o saltan excesivamente en situaciones inapropiadas, y actúan antes de pensar. Sólo ven las consecuencias de sus actos cuando es demasiado tarde y ya han dicho o hecho algo fuera de lugar; sin embargo, no aprenden y vuelven a reaccionar de forma irreflexiva”, entre otras.
A la hora de abordarlo existen varías vías, que van desde la farmacológica a la psicopedagógica pasando por la psicológica, aunque desde la asociación aclaran: “No defendemos ni unas ni otras; cada uno es libre de hacer lo que quiera”.
Para diferenciarlos de otros niños sin TDAH, ponen el acento en que estos comportamientos son “más intensos de lo que se espera, se manifiestan en más de un lugar (colegio, casa, etc.) y suelen prolongarse por más de seis meses.
Además, apunta José Manuel, los niños con TDAH suelen presentar un retraso madurativo “de en torno al 15-20%” respecto a su “edad real”. “Un niño de diez años se comporta como si tuviera ocho en cuanto a madurez”, expresa.
Desde la asociación han puesto en marcha diferentes terapias en grupo con el propósito de “reforzar la parte emocional” para mitigar la “frustración” y la “baja autoestima” que, según relata, a menudo acompaña a estos niños.
Otro de los aspectos en los que hacen más hincapié desde la entidad es en la detección precoz del trastorno, ya que, detalla, “nos permite trabajar con los niños desde muy pequeños, cuando el cerebro es moldeable, sobre todo en las edades iniciales”.
No obstante lo anterior, relata que el diágnostico del TDAH a veces resulta “difícil” y que debe ser el resultado de una comunión perfecta entre los agentes implicados: “Siempre decimos que se basa en varios observadores: padres, profesores, pediatra y el especialista en Neurología Infantil o en Psicología Infantil”. Cuatro grupos que, a modo de metáfora, identifica con las patas de una silla: “Si uno de ellos falla, la silla se cae”.
En este sentido, para José Manuel, uno de los aspectos más importantes lo representa la educación, si bien se muestra bastante crítico con la situación actual. “Es una pena, porque aunque va evolucionando y tenemos a grandes profesionales, sigue basada en la clase magistral, y para estos niños es demoledora. A veces, aguantar la atención durante 50 minutos en clase supone un esfuerzo sobrehumano para ellos”.
En esta línea, José Manuel Pardo destaca que si bien existe un protocolo elaborado por la Junta de Extremadura que establece diferentes pautas para tratar a los niños diagnosticados con TDAH, no todos los profesores lo conocen pese a que “está demostrado que en cualquier aula con 20-25 niños al menos hay 1 o 2 que lo tienen”. Por ello, aunque valora los avances, afirma que “aún estamos lejos de una situación idónea”, asevera.
Sobre la evolución de este trastorno con los años se muestra tajante: “Cuando una persona es TDAH no deja de serlo porque se haga mayor. Lo que ocurre es que cuando creces, eres cada vez más capaz de refrenar tus impulsos”. A lo que añade: “Estas personas aprenden a convivir con ello y pueden ser perfectamente autosuficientes”.
Voces en contra
Cuando se habla del Trastorno del Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) las controversias no quedan al margen, ya que existen voces que niegan que exista como tal, caso del catedrático de Psicología de la Universidad de Oviedo Marino Pérez. En este sentido, José Manuel Pardo relata que cuando alguien en una charla le cuestiona sobre este asunto, le traslada que “no existe un factor biológico que lo determine, como con la esquizofrenia, de cuya existencia nadie duda”. Y añade: “Ojala no existiera, pero cuando vives con alguien con TDAH te das cuenta de que existe y está presente, aunque se puede convivir con él”.
En la actualidad, la asociación se encuentra inmersa en varios proyectos. Uno de ellos, para el que esperan que les sea concedida una subvención, es SINUDI, que impartirá Silvia Núñez, del Conservatorio de Mérida, que está pensado para estimular el desarrollo neurológico a través de la música. “Intentamos que el cerebro de nuestros hijos evolucione a través de secuencias sonoras”, concluye José Manuel.
TDAH en el centro educativo
Itziar Santos, jefa del departamento de Orientación del IES Fuente Roniel, recomienda que el alumnado con TDAH esté ubicado en el aula en un lugar que evite que se disperse. Además, sugiere que estos alumnos acudan a clase con el material mínimo para que no caigan en distracciones, al tiempo que estima como necesario que cuando el profesor se dirija a ellos lo haga manteniendo el contacto visual “para asegurarse de que han captado la orden”.
En este centro cuentan con hojas de seguimiento en las que el alumno con TDAH describe después de cada clase las tareas asignadas por los diferentes profesores, que luego son firmadas por éstos y por los propios padres y que sirven para comprobar que el niño las ha realizado.
Sobre el papel que juega el profesorado, Itziar Santos señala que depende de la voluntad de los docentes, ya que en la plataforma Rayuela cuentan con información sobre los diferentes protocolos implementados para niños con TDAH, si bien reconoce que cuando cuentas con 25 alumnos en el aula y un temario que impartir, la atención a la diversidad se convierte en una tarea difícil.