El 'brexit' visto por extremeños residentes en el Reino Unido

Una tormenta política sacudía a Europa el pasado 23 de junio. Los peores presagios se cumplían y Reino Unido decidía, a través de un referéndum, abandonar la Unión Europea. Por primera vez un Estado miembro decidía salir del club de los Veintiocho, y lo hacía merced al voto del 51,9% de los británicos que secundaron la opción del ‘sí’ y dieron sentido al acrónimo brexit (‘Britain exit’ o ‘salida de Gran Bretaña’).

Una decisión histórica, de consecuencias imprevisibles, que abre la puerta a un panorama donde abundan los interrogantes y escasean las certezas. Queda ahora por delante un camino de negociaciones para materializar la salida, unas conversaciones que pueden extenderse hasta dos años a partir de que se invoque el artículo 50 del tratado de Lisboa que pondría fin a más de cuatro décadas de unión.

Antecedentes
Después de la Segunda Guerra Mundial, con un continente devastado por la contienda, varios Estados acuerdan dar los pasos necesarios para lograr la estabilidad política y evitar que lo sucedido volviera a repetirse.  
Surge entonces la Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA), germen de la Unión Europea actual e integrada por Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y Países Bajos.
En virtud del éxito ofrecido por esta unión, los países dieron un paso más y en 1957 constituyeron la Comunidad Económica Europea o Mercado Común, facilitándose de este modo la libre circulación de personas y capital dentro de las fronteras de los Estados miembros.
Un proceso de integración continua, al que Reino Unido, junto a Dinamarca e Irlanda, se sumaba en 1973 y que culminó con la firma del tratado de Maastricht de 1993, por el que se creaba la Unión Europea, esa institución supranacional de la que hoy se apea Reino Unido.

Extremeños ante el brexit
Un resultado, el del ‘sí’, que no esperaban muchos de los casi 200.000 españoles que viven en el Reino Unido y que desde entonces experimentan cierta incertidumbre ante el desarrollo de los acontecimientos.

Para conocer más de cerca cómo se vive esta problemática en las islas británicas, La Gaceta Independiente se ha puesto en contacto con tres extremeños residentes en ellas, tres jóvenes que optaron por emigrar en busca de mejores oportunidades y que permanecen a la expectativa.

José Luis Guerrero Quiñones, natural de Fuente del Maestre, llegó a Oxford hace dos meses, ciudad universitaria del sur de Inglaterra en la que piensa realizar su doctorado en Filosofía.
Seis meses lleva el villafranqués Pablo García Blanco en Edimburgo, capital de Escocia. De profesión biólogo, actualmente trabaja como técnico de calidad en una fábrica de procesamiento de alimentos.
El almendralejense Andrés García González es quien lleva más tiempo viviendo en Reino Unido, a cuya capital, la multicultural Londres, arribó hace tres años y donde hoy trabaja como gestor de cuentas para una empresa del sector turístico.

Andrés García, de Almedralejo, desde Primrose Hill, pequeña colina con vistas panorámicas sobre Londres

Una jornada histórica
Tanto Pablo como Andrés coinciden a la hora de señalar que la normalidad fue la tónica general en sus ciudades de residencia durante la jornada de votación, en las que, al igual que en Oxford, se votó mayoritariamente en contra de la salida de la UE.
Para Pablo García, la opción del brexit fue finalmente la triunfadora por la gran campaña orquestada por sus defensores, que se valieron “del desconocimiento y la ignorancia” de una parte de la ciudadanía. Esta tesis también se escucha en la ciudad de Oxford: gente que fue a votar sin saber qué había realmente en juego, si bien José Luis Guerrero matiza: “¿Acaso eso no pasa con miles de personas cada vez que hay votaciones?”.
Otros, apunta Andrés García, se habrían decantado por el ‘sí’ no por querer marcharse de la UE, sino más bien como un voto de castigo por la situación del país, “al que ven entrando en un proceso de empeoramiento”, apostilla.

 

Respuesta de la población
Nada más consumarse el triunfo de la candidatura favorable al brexit se produjeron manifestaciones en diferentes ciudades para reclamar un segundo referéndum o pedir al Parlamento que no invocara el artículo 50. En este sentido, José Luis Guerrero apunta que en Oxford hubo gente que salió a la calle para protestar por el resultado o simplemente para departir con otros sobre lo ocurrido.

José Luis Guerrero, de Fuente del Maestre, en Bodleian Libray, Oxford

No fueron pocos los británicos que el día después de la votación se arrepintieron de apoyar la salida, una actitud que se ha acentuado una vez que los principales impulsores de la opción del ‘sí’, como el líder del UKIP, Nigel Farage, o el conservador Boris Johnson, han abandonado el barco. En Londres, cuenta Andrés García, “había gente que incluso declaraba que cambiaría su voto y que votaron a favor del ‘sí’ porque creían que no iba a salir ese resultado”.

Recelos hacia los inmigrantes
Tal y como recogen algunos medios, tras el 23J se han sucedido varios ataques de índole xenófoba contra inmigrantes, focalizados principalmente en Inglaterra. “Han aumentado los casos de xenofobia desde la votación. Yo no he tenido ninguna experiencia pero en las noticias constantemente hay casos nuevos, vídeos grabados en medios de transporte de británicos insultando a los inmigrantes”, narra Andrés García.
Unas actitudes que no han tenido réplica en Escocia hasta el momento, apunta Pablo García, quien a su vez explica que este país “ahora mismo tiene un nivel de vida bastante alto, que no puede  mantener sin los inmigrantes. No hay suficiente población para tanto trabajo”.
En una parte de la población británica también circula el temor de que la consulta espolee al movimiento separatista en Escocia e Irlanda del Norte y que esto acabe desembocando en su independencia del Reino Unido. No en vano, en Escocia, la figura de la primera ministra y líder independentista, Nicola Sturgeon, partidaria del remain -permanecer-, ha salido fortalecida de este proceso y ahora los grupos independentistas, subraya Pablo, “han aprovechado esta situación para volver a hablar de ello”.

Consecuencias
No resulta fácil aventurar cómo afectará el brexit a los inmigrantes que viven en las islas. Es el turno ahora de las negociaciones entre Reino Unido y Unión Europea, las cuales se antojan largas y complicadas y en las que, seguro, se hablará mucho sobre acuerdos de libre comercio y circulación de personas.
Con respecto al futuro, Andrés García reconoce que hay cierta inquietud entre la población extranjera, aunque tiene claro que todavía es pronto para saber lo que ocurrirá y que las consecuencias de esta decisión, en todo caso, se conocerán a medio plazo.
Para José Luis Guerrero, quedarse o regresar es algo “totalmente personal, en base a cómo afrontar lo que nos sucede, con lo que no creo que me afecte tanto como para tener que volver”.
Por último, Pablo García se despide mirando al futuro con optimismo: “Puede que tenga que volver, pero no en un corto plazo. Todo es incertidumbre, pero por ahora voy a aprovechar estos meses para seguir viviendo aquí, mejorar el inglés y aumentar mi experiencia personal. Si en un par de años tengo que volver, por lo menos que sea lo mejor preparado posible”.

Pablo García, de Villafranca de los Barros, en las Highlands (Escocia)

 

«Londres tras el brexit»
Y, por último, conocemos la visión que nos da Raúl Fernández que, junto a Francisco Amaya, ha viajado el pasado fin de semana a Londres, una ciudad muy visitada por estos dos profesores residentes en Almendralejo.

Para cualquier turista que se pasee por Victoria Station muy pocas cosas han cambiado en la metrópolis británica, una ciudad frenética que sabe acoger a quienes asumen el coste de vivir en ella. Desde el inicio de la crisis, miles de españoles se han mimetizado con su paisaje. Muchas de ellas, como Ana y Noelia, han tenido la suerte de sobrevivir y de integrarse en la sociedad londinense. Noelia trabaja como contable en el Mercado de la carne (Smithfield Market) y Ana, como genetista en el Great Ormond Street Hospital. Ambas son mujeres empoderadas que no han querido renunciar a su futuro profesional asumiendo las condiciones laborales precarias que les ofrecía España. Aún así, lloran cuando escuchan a Morente y se emocionan con Serrat. Ahora, sienten la presión de una doble expulsión, primero de su patria de origen y segundo de su patria intelectual y moral: Europa. Desde Erasmo, Newton o Darwin, el ideal de Europa ha sido la república de las letras y la comunidad de los científicos, una patria ajena a las ideas del destino racial y nacional. Londres, gracias a la multiculturalidad que irradia a caudales, sigue representando la quintaesencia de ese ideal supranacional y panhumano, ajena al hechizo del odio. Pero Ana y Noelia sienten que tras el brexit han empezado a vivir en una sociedad partida a la mitad. Cualquiera que se deje llevar por el odio que se descarga contra el que habla el inglés con acento puede espetarle a la cara: Leave!

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