Crónica de la USN Trail, versión reducida de la Ultra Sierra Nevada

20h. Empiezan los preparativos. Comer por obligación, beber por obligación, vestirse…, y herramientas de batalla también por obligación: teléfono móvil cargado, luz frontal y luz roja trasera con sus respectivas pilas de repuesto, manta térmica, silbato, cortaviento, camelback, gorra, braga, gafas y algunas barritas y geles energéticos, y a esperar el momento.

23h. Rondan los 30 grados de temperatura, se avecina una noche calurosa, pero hay que ponerse en marcha. He quedado con mi hermano en el paseo del Salón lugar de salida del Ultra, y en  compañía de la familia nos dirigimos hacia allí. Seremos unos 850 intrépidos* procedentes de 15 países *(acudir voluntariamente desde mil sitios distintos para disfrutar con algo que de por sí supone un sufrimiento) y muy buen ambiente a pesar de nuestra incredulidad de no saber qué nos iba a deparar la noche, con una megafonía desafiante que hace que te entre una alegría nerviosa. Entre ganas y canguelo trato de aliviar dicha sensación con mi compañero de fatigas, mi hermano, tratábamos de transmitirnos esa confianza que da compartir algo que no es normal del todo. Aun faltando 20 minutos, nos da tiempo para sacarnos algunas fotillos y despedirnos de la familia, y pasando por el control de material nos colocamos en zona de salida.

0,00h. ¡Pistoletazo! Una salida tranquila tratando de saludar por última vez a la familia, todavía hay nervios, zona urbana que nos refugiamos entre los gritos y vítores de la gente que nos van trazando el camino. Los corredores gritan dándose ánimo. Es la fiesta que queríamos.

Km 1. Corres más de lo debes/puedes, primera toma de contacto; zona Barranco del Abogado hacia Alhambra Palace, un buen tramo para entrar en calor. Nos esperan algunas aglomeraciones de corredores debido a la estrechez de las calles del Albaicín, siempre en subida. La organización tiene la “delicadeza” de darnos la posibilidad de poder hacernos un retrato con la Alhambra de fondo en el famoso Mirador de San Nicolás. Bajamos de nuevo y cruzando Rey Chico comenzamos a subir la cuesta de ‘los Chinos’, precioso paseo por las inmediaciones de la Alhambra donde te empiezas a plantear si conviene andar o correr.

Km 5. Te plantas en el Llano de la Perdiz habiendo dejado atrás Granada, no te queda otra que encender luces…, ¡y acción! Ahora es cuando te das cuenta de que verdaderamente empieza la carrera. Primer tramo relajado, todo va bien, es la noche perfecta para salir a correr, realmente acabas de empezar, no sabes si el ritmo es el adecuado, sin duda, el mejor tramo de todos ja, ja.

Km 10. Siempre en compañía, llegamos al primer y animadísimo avituallamiento en el ‘Cerro del Sol’, como ya dije buen tramo pero bajada bastante técnica, presentando surcos y baches que obligan a estar muy pendiente del frontal y del terreno, apenas puedes levantar cabeza, pero realmente estás bien, no sabes qué hacer ni qué coger, te ofrecen de todo, bebidas isotónicas y poco más, avituallamiento bastante corto, y con algunas ganas de quedarnos por el ambiente, decidimos proseguir.

Km 19. Llegamos al segundo avituallamiento, no tan animado y tampoco con tanta compañía en la localidad de Beas de Granada. Tramo exigente de altos y bajos pero pasables, la mayoría del recorrido corriendo, pero ya me va dando alegría saber que llega el avituallamiento. Parada un poco más larga, dando lugar a rellenar camelback, comer frutas y beber bastante. Hay una cosa que me inquieta; nos enteramos de que a partir de ahora comienza a endurecerse la cosa, pero voy divino, no deja de ser una distancia algo familiar que voy manejando bien.

Km 25. Máxima expresión de desnivel positivo representado en un cortafuegos que bendito sea dios, el cual teníamos que “trepar” para poder subir, ni bastones ni ostias, oscuridad plena, sólo se escuchaban los alientos de los valientes y algún grito que otro sobre avisos de desprendimientos de piedras.

Km 29. Cortijo de Aguas Blancas. Llegamos después del dichoso cortafuegos, casi que lo dudaba. Una pista bastante cómoda, descendente, nos hace llegar hasta este avituallamiento. Estamos en el ecuador de la carrera. Tramo bastante duro y trazados que no te queda otra que hacer andando, bastante cansados ya, te das cuenta de que algunos corredores deciden abandonar, se agradece el agua fresca que emerge de la manguera de un pozo ya que en los anteriores avituallamientos el agua no estaba lo suficientemente apropiada. Parada aún más larga, nos da tiempo a quitarnos las zapatillas y algunos que otros chinos, barritas, dulce de membrillo, gel energético, y bastante agua. Salimos del cortijo andando, llenos y esperando que nos llegue la energía requerida. Tras el avituallamiento tramo cómodo por pista y por asfalto siempre en bajada el cual nos sirve para recuperar un poco.

Km 34. Tras esta larga bajada nos decidimos a cruzar un pequeño río por un tronco algo peligroso y de nuevo tirar hacia arriba, recorrido por zona de bosque hasta la localidad de Quentar, siendo ésta una subida bastante larga y de muy constante desnivel que te permite alternar entre andar y correr. Se vislumbran a lo lejos las luces de la localidad, pero sólo se queda en eso, a lo lejos. 6 de la mañana. Comienzan a asomar las primeras luces de la mañana, te preparas para afrontar la carrera con la luz del sol el cual nos alivia bastante, afrontas la carrera de otra forma, por lo menos es lo que piensas para darnos ánimos, los avituallamientos se convierten en metas provisionales para poder continuar con el reto.

Km 42. Avituallamiento de Quentar, donde la necesidad de reposición se hace vital para continuar. Guardamos las herramientas de noche para sacar gorras y gafas. Las ampollas de los pies empiezan a pasar factura, serán los chinos, las zapatillas, o será porque en la vida habíamos hecho semejante barbaridad. Parece que corriera descalzo sobre trozos de vidrios rotos. Creo que fue la parada más larga, el cansancio nos hacía mella, los calambres en las piernas aguantaban al igual que nosotros gracias a los “chutes” de magnesio. Haciendo un poco de pis, decidimos abandonar el avituallamiento, donde tras un par de kilómetros comienza de nuevo el ascenso buscando la subida al Alto de los Jarales.

Km 45. Otro puñetero cortafuegos, éste menos exigente pero más largo, muchísimo más largo, me quedo corto explicando las sensaciones allí sufridas, y además está feo poner tacos aquí, y no será porque no los escuchamos mientras subíamos; describiros pues una sensación muy fea y desmoralizante cada vez que alzabas la mirada para ver qué te podía quedar, momentos de apretar bastante los machos, apretar la visera hacia abajo e ir trepando lo que te daba la vista sin alzar la mirada porque de lo contrario estás muerto.

Km 51. Tras el dichoso cortafuego seguimos subiendo aunque por una zona más fácil que te permite recuperar un poco el aliento, tras dos kilómetros por asfalto y tras un callejeo interminable llegamos al quinto y último avituallamiento situado en Fuente La Teja. Alegría inmensa de poder llegar a otro avituallamiento. Las sensaciones son feas, las fuerzas reniegan, me noto torpe, piernas cansadas y las correspondientes patadas constantes a piedras que anteriormente eran esquivadas fácilmente ya no lo eran. Vengo arrastrando un dolor de cabeza molesto que podría haber subsanado en avituallamiento pero por miedo a control médico y posible retirada por decisión medica, que ya sucedió anteriormente, no lo hice. Venga, ¡el último! Era lo único que nos salía.

Km 53. Cómo no, de vuelta a subir. Me encasquillo en la suma de horas y de kilómetros recorridos. Siento un calor que no es normal, estoy listo. Desvariamos un poco, decidimos mi hermano y yo que hablar de cualquier cosa (mercado de fichajes, las futuras vacaciones, qué íbamos a comer ese mediodía y un largo etc.). Engañábamos al sufrimiento que andábamos pasando. Afrontamos la subida al Alto del Calar con más pena que gloria, pero era la última subida antes de llegar a Güejar. Subida que al principio te permite correr pero que ni te lo planteas, en la cual poco a poco se va haciendo más dura y en la que no se distingue el final, y cuando crees que has llegado al punto más alto, más adelante se vislumbra otra cima que parece el final, ¡y por fin la bajada! La última bajada que nos llevara a la localidad de Güejar.

El sol comienza a dejarse notar pero vemos a lo lejos el pueblo. El coraje me hace apretar los dientes hasta doler. Intento acelerar, pero éstas ya no son mis piernas, y no sé dónde.

Km 62. ¡Meta! La gente te anima, te dan el último aliento (leen Sergio en el dorsal). Siento una exaltación que me atraganta. Tras una entrada en meta planeada en algún desvarío anterior, nos adentramos en las calles de Güejar, es nuestro momento, no me lo puedo creer. ¡Lo hemos hecho, lo hemos conseguido! Ya no me duelen las piernas, ya no me duele nada. No toco el suelo, voy flotando. !Me abrazo a mi hermano y ahí están! La meta y la familia!! Me pasa por la cabeza un resumen del sufrimiento de esas últimas 12 horas. Nos sorprende Carlos descorchando una botella y bañándonos de champan. Apenas puedo gritar, no sé si reír o llorar. De pronto nos zarandeamos y nos abrazamos todos presos de la emoción. 11 horas y 40 minutos después te reciben los voluntarios haciéndote honor de la medalla finisher. Esto era. Ha merecido la pena. Gracias hermano.

Crónica: Sergio Naranjo

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